Entre 1966 y 1968 John Baldessari realizó la obra Tips for Artists Who Want to Sell. En ella, bajo una ácida ironía y sentido del humor, el artista californiano daba consejos prácticos a los jóvenes artistas que querían abrirse camino en el complicado mercado del arte. Mediante el uso del lenguaje realiza sugerencias sobre colores, temática y géneros; un listado que compone esta pieza gráfica y cercana al mundo de la publicidad, una experiencia pedagógica donde el autor refleja su desconfianza hacia la educación artística de la época.
Hoy, más de 40 años después y en un momento económicamente sensible, Miguel Aguirre toma la obra de referente ylleva la lección un paso más allá ilustrando las temáticas propuestas. Paisajes, bodegones, desnudos, abstractos… toman cuerpo plástico componiendo un catálogo de sugerencias comerciales.
Para la selección de las imágenes, Miguel recurre a una de sus fuentes habituales, el cine. El film Wall Street (Oliver Stone, 1987) sirve de inmejorable herramienta para ilustrar la versión contemporánea de la pieza de Baldessari, ya que une arte, dinero y mercado. Con ojo seccionador, Miguel detiene el film, captura fotogramas y transforma un imagen de Central Park, un gráfico de bolsa o una filmación de video en géneros y temáticas pictóricas.
La selección de la película no es arbitraria; la actual situación económica posee ciertas similitudes con el clima que se vivió en los EE. UU. durante la última etapa de la era Reagan como consecuencia, en gran medida, del comportamiento del mercado bursátil que se describe en el film: la especulación salvaje y el liberalismo a ultranza provocaron una de las peores caídas de la bolsa de todos los tiempos y una grave crisis económica.
Debemos destacar, asimismo, la importante presencia de obra pictórica en el film. El mercado del arte vivió un gran momento en la década de los 80, sobre todo en Norteamérica. La posesión de obra artística compendiaba riquezas materiales y, sobre todo, proporcionaba estatus social. La obra de arte era un objeto de valor que podía revaluarse con el paso de los años, una inversión de futuro.
Para lograrlo hay que descartar pintar aquellos modelos que provocan, fatalmente, la “acumulación de polvo”. Miguel Aguirre “sigue los consejos” de Baldessari, nos propone un ejercicio académico cargado de ironía y reinventa los géneros pictóricos a través de una fuente inagotable: el cine comercial.
Eneka Fernández
Barcelona, enero de 2011